El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban. E incluso éstos, pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en narrativa. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: No hay nada más que ver, sabía que no era así. El fin del viaje es simplemente el comienzo de otro. Es necesario ver lo que no ha sido visto, ver otra vez, lo que ya se vio, ver en primavera lo que se vio en verano, ver de día lo que se vio de noche, con sol, donde antes la lluvia caía, ver el trigo verde, el fruto maduro, la piedra que cambió de lugar, la sombra que aquí no estaba…
José Saramago, en Viaje a Portugal. Gracias a Cris.