3 días. Sólo me quedan 3 días. Desde que tengo uso de razón, Barcelona ha sido mi sueño, mi destino, mi futuro… Mi vida no se podía organizar nunca sin tener en cuenta ese objetivo, esa meta.
El jueves me voy. Dejo Barcelona. Es triste y es alegre. Dejo calles que amo y que ya conocía como mías por muchos motivos, siendo el principal de ellos que esas amadas calles no responden a la imagen que yo tenía de ellas. Uno recuerda las cosas de una forma determinada y mientras el recuerdo se mantiene inalterable, el molde original evoluciona o cambia.
Lo malo de ser un vagabundo es que nunca hay vuelta posible. Volver a casa es volver a un sitio que ha cambiado sin tí, que ha seguido viviendo, que ha suplido el vacío que tú dejaste. Al llegar tenemos que abrir un nuevo hueco; conocer calles, supermercados, zapateros, fruterías…
La Barcelona actual poco tiene que ver con la Barcelona con la que yo soñaba de pequeño.
También se debe a lo cotidiano: un nuevo trabajo, una nueva vida y muchos, muchos cambios.
T’estimaré sempre.