San Francisco es una ciudad extraña, pero a la vez me es familiar. Me trae recuerdos de mi niñez en Sudáfrica (las calles anchas, los cruces, los postes, los edificios bajos…) y por otra parte se ajusta a los cánones americanos del cine y la televisión. Con aires de Londres, la mezcla cultural de lavapiés y la casi-perfección arquitectónica del eixample de Barcelona.
En San Francisco, por lo menos el «Downtown» (que es lo que me ha dado tiempo a conocer), casi todas las casas fueron construidas en la misma época, en la fiebre del oro, y se percibe cierta homogeneidad de la herencia Victoriana.
En el otro lado de la balanza están los contrastes (seña de identidad americana): una ciudad rica con ghettos perfectamente delimitados: calles que separan la prosperidad de la pobreza, la ley del caos…
Y todo esto aliñado con un clima muy particular. Como pone en uno de los cientos de panfletos turísticos que nos han dado: «(…) the wind is just around the corner!» En general está haciendo muy buen tiempo, equivalente al que hace en Barcelona a mediados de febrero o marzo, pero en cuanto se pone el sol o viene la brisa del mar, hace un frío que pela.
Os seguiré contando…